La icónica furgoneta, pionera entre los vehículos utilitarios, festeja un nuevo aniversario desde su creación en 1994. Combina diseño, optimización de espacio y eficiencia.
Desde que salió al mercado, Jumper fue innovando en prestaciones para ofrecer mejor servicio llegando a ser una solución para todo tipo de cliente, desde los artesanos hasta las grandes flotas, con el objetivo de mejorar el confort del conductor y el rendimiento de la empresa. En su momento fue pensada como la sucesora de los TUB y Type H.
Su presentación tuvo lugar en enero de 1994, e irrumpió en el mercado destacándose por tener un interior especial, con una ergonomía similar a la de un sedán, un aislamiento acústico propio de un turismo y características inéditas para una furgoneta, como por ejemplo ofrecer levantavidrios eléctricos y aire acondicionado. Para 2002, evolucionó el diseño, adoptó dos motores de última generación, con uno turbodiésel de inyección directa 2.2 HDi y el motor naftero/GLP de doble combustible 2.0i. Además fue el primero de su segmento en ofrecer un asiento del conductor con amortiguación variable, cámara o sensores traseros.
Cuatro años después, basándose en su primera generación, Citroën lanzó un modelo casi nuevo con una estética moderna, un rango de volumen más amplio, tracción delantera, y una gama de motores diésel HDi con tres niveles de potencia: 100, 120 y 157 CV. Ya para el 2014, había sumado luces diurnas LED, pantalla táctil con sistema de navegación, bluetooth, sistema Stop & Strart, entre otros.
Ya este año, presenta un diseño totalmente nuevo y una cabina con mayor confort y tecnología, más seguridad y un motor diésel 2.2 HDi de 130 CV con caja manual de 6 velocidades.
Con todos estos cambios, Jumper empieza a encarar su cuarta década de vida, con una nueva identidad y mejores soluciones para sus clientes.